Archivo del blog

26 mayo 2009

2 Semanas

Hoy hace 2 semanas que mi padre ya no esta, y sigo sin creérmelo, para mi él siempre iba a estar conmigo, ya se que es la vida y todo eso....., pero para mí, no le podía pasar a él
Para los que no me conozcan mucho, a mí me da mucho miedo la muerte y además no soy creyente, con esto creo y pienso que me es aún mas difícil que para una persona que si lo es
Recuerdo un momento de mi vida, el cual nunca olvidaré y fue el día que nació Paula (mi hija de 5 meses). Al llegar a mi habitación en la camilla después de muchas horas en reanimación, el poder coger a mi bebe y ver a mi padre ahí, frente a mi cama, en su silla de ruedas y emocionado de ver a su hija con su bebe
Lo que me va a dar mucha pena, es que ya no vaya a poder disfrutar de Paula tanto como a él y a mí nos hubiera gustado. Me encantaba ver como se animaba y se reía de ver a mi niña, de tocarla, cogerla en brazos, escucharla reír,......., y que ella tampoco lo vaya a poder conocer en persona, aunque yo le hable mucho de él no será lo mismo. Ha sido el mejor padre!
Estoy muy orgullosa de él!

3 comentarios:

  1. Amigas inseparables desde el principio de los días, la muerte y yo caminamos cogidas de la mano. Me visita en sueños, me invita a sentarme con ella incluso en la vigilia, en la acción cotidiana de mis días.

    Solo quiere asegurarse de que no le tengo miedo, de que sigo siendo su amiga.

    Y es que la muerte, amigos, se siente muy sola, todos se asustan y pretenden huir de su frío abrazo. No saben de su oculto calor, ni de su fidelidad amorosa, ni su extraña ternura.

    Ella vuelve una y otra vez, me comenta, me mira, me dice… y yo le respondo, pienso en ella y siento. Entonces la acepto, le dejo elegir. No lucho, y acepto mi condición de mortal, dispuesta a partir en cualquier momento.

    Pero una vez he aceptado, ella se despide de nuevo y se va, seguramente, en busca de nuevos amigos.

    Entonces me doy cuenta de su eterno e infinito regalo, porque de nuevo tengo que asumir y aceptar la vida. Y lo hago con gusto, como algo nuevo. Y reviso mis posibilidades, mis responsabilidades, mis valores.

    Y quiero, con todas mis fuerzas, vivir plena y conscientemente. Y quiero ser amiga de la vida. Y un día, cuando me visite la muerte de nuevo, y sea la vez definitiva, no quiero dejar un triste rastro de lamentos. Quiero partir y seguir mi camino gozoso, en ese misterioso mundo, tan igual, tan paralelo, que bien conozco, aunque sea en la olvidada trastienda de mi recuerdo.

    Y como tantas veces, tengo que dar gracias a mi amiga la muerte, porque ella, tal vez sin pretenderlo, me ha ensañado algo de valor incalculable. Me ha enseñado a valorar, a agradecer, y me ha enseñado a amar la vida y a vivirla más plenamente. Eso, inevitablemente me lleva a valorar, agradecer y amar la muerte, con la misma plenitud.

    Estoy convencida de que lo doloroso, en el lecho de muerte, no es morir, si no descubrir que no hemos vivido. El miedo no es por la separación de lo que amamos, si no por la propia decepción de aquello que, pudiendo, no fuimos capaces de amar.

    No duele la muerte, sino el dolor reprimido, el llanto no llorado, la alegría no compartida, el amor no amado.

    Vivir, es despedirse y encontrarse. Morir, es despedirse y encontrarse.

    Acerquémonos sin temor a conocer, a ser amigos de algo, que al fin y al cabo, es parte de nosotros y, en cierto modo, inevitable. No hay principio sin final, ni final sin principio.

    Autor: María Hoyo

    Espero que esto te ayude a pensar un poco más en el regalo de la vida.

    ResponderEliminar
  2. vane te voy a pasar unas imágenes que tengo en video de tus padres. Son de las Bodas de Oro de los mios. Se ven un poquito.Espero que te gusten. Emilio Asensio

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Emilio. Un saludo

    ResponderEliminar